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Mediante la misma, los objetivos de un programa, curso, etc.,
son clasificados en función de seis niveles de complejidad creciente, a saber:
1) Conocimiento: recuerdo y retención literal de la información enseñada.
2) Comprensión: entendimiento de los aspectos semánticos de la
información enseñada.
3) Aplicación: utilización de la información enseñada.
4) Análisis: análisis de la información enseñada en sus partes
constitutivas.
5) Síntesis: combinación creativa de partes de información
enseñadas para formar un todo original.
6) Evaluación: emisión de juicios sobre el valor del material enseñado.
No obstante, la taxonomía de Bloom no ha estado exenta de críticas. Desde la misma
perspectiva cognitiva se ha señalado que la taxonomía no fue elaborada sobre la base de un
sólido modelo teórico, ni una fuerte evidencia empírica que la respaldase por lo que incluso
algunos autores han puesto en duda su validez psicológica.
Otros autores como Greeno (1978) han propuesto la enunciación de objetivos cognitivos y se
han planteado otras taxonomías basadas en la hipótesis de los niveles de procesamiento de
Craik y Lockhart. Estas propuestas, sin embargo, hasta el momento no
constituyen opciones sólidas, ni tienen un valor práctico como para ser aplicados con la
misma frecuencia que la de Bloom, taxonomía, pero constituyen esfuerzos innovadores que a
mediano plazo sustituirán a la anterior, porque están basadas en una fuerte evidencia
empírica.
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